Iglesia
LA IGLESIA MEDIEVAL
¿Por qué la Iglesia fue una institución tan solida?
Durante la edad media, la sociedad Europea vivió bajo la influencia eclesiástica católica, pues casi todo el continente era cristiano. Así, nació el concepto de cristiandad, una sociedad unida por una fe (el cristianismo) y una institución (la iglesia).
La organización de la iglesia
La iglesia era la única institución organizada de alcance internacional en la Europa medieval. Su riqueza, organización e influencia sobre la población le dieron mucho poder. Poesía la tercera parte de las tierras y tenia derecho al diezmo, un impuesto que correspondía a la decima parte de las cosechas de los agricultores. La cabeza espiritual de la Iglesia era el papa, que también era soberano de los Estados Pontificios.
Los representantes de la Iglesia conformaban el clero, que se dividía en dos grupos.
• El clero secular agrupaba a los representantes de la Iglesia que Vivian junco con los laicos: en papa, los arzobispos, los obispos y los párrocos. Estos últimos tenían mayor contacto con la población y estaban a cargo de pequeños distritos llamados parroquias. Allí oficiaban los sacramentos e instruían a los fieles.
• El clero regular estaba constituido por abades, monjes y monjas, religiosos que, a diferencia del clero secular. Vivian aislados y congregados en monasterios. De ese modo, se alejaban de las actividades mundanas para dedicarse a la oración, al estudio y al trabajo comunitario. Los monasterios Europeos se regían por la regla de San Benito, escrita por Benito de Nursia en el año 529. Por ello, a los religiosos que practicaban esa regla se les llamo benedictinos.
La situación del clero
La riqueza y el poder de la Iglesia genero que poco a poco las costumbres del clero se relajaran. Dos de los principales vicios de la época fueron la simonía, que consistía en la compra de cargos eclesiásticos a través de influencias o dinero: y el Nicola ismo, es decir, el rechazo al celibato religioso. Además, había una gran corrupción en la alta jerarquía, incluyendo la corte papal.
En respuesta a esa situación surgieron, desde el siglo XI, movimientos de reforma en el interior de los monasterios benedictinos. El primero apareció en la abadía de Cluny (Francia, 910), que reforzó la disciplina monacal.
Sin embargo, a mediados del siglos XII, los cluniacenses se enriquecieron y se alejaron de sus ideales. Por ello, surgió una segunda reforma que partió del monasterio de Citeaux (Francia, 1098). Su principal promotor, Bernardo de Claraval, difundió los ideales de la orden cisterciense por Europa en el siglo XII.
Poder religioso y poder secular
Según el pensamiento medieval, Dios les entrego a los hombres un poder espiritual, que le daba a la Iglesia la autoridad religiosa, y un poder temporal, que estaba en manos de los jefes políticos de la Tierra. Los papas medievales, siguiendo la llamada doctrina de las dos espadas, plantearon que el poder espiritual era mayor que el temporal, y, por lo tanto, los monarcas debían estar sujetos a la autoridad del papa.
No obstante, el poder de los jefes políticos se impuso, progresivamente, a las autoridades religiosas. Así desde el siglo X los monarcas decidieron reservarse el derecho de la investidura, es decir, la facultad de elegir o investir a los obispos. En el siglo XI, las reformas monacales emprendidas por el papa Gregorio VII liberaron al clero regular de la intervención secular pero quedo pendiente el asunto de la investidura de los obispos.
Sin embargo, en el año 1075, Gregorio VII prohibido a los laicos investir a cualquier jerarca de la Iglesia. Esta decisión origino un largo conflicto entre el papado y los emprendedores del Sacro Imperio Romano Germánico, conocido como la querella de las investiduras.
Los conflictos finalizaron en 1122 con la firma del Concordato de Worms, por el que se definió que el emperador renunciaba para siempre a la designación de obispos, que serian nombrados por el papa.
La fe medieval
Con las reformas religiosas, la Iglesia católica reforzó la piedad popular, que se había venido formando desde la caída del Imperio Romano. La fe de los cristianos medievales se fundaba en la esperanza de una vida mejor. Esa fe se expresaba tanto en la veneración a la Virgen, a los santos y a las reliquias, como en las peregrinaciones. La Iglesia orientaba esa religiosidad popular a fin de que los fieles no cayeran en herejías o en falsas creencias. Para conseguirlo, disponía de dos poderosas armas: la excomunión y la Inquisición. A través de la excomunión se expulsaba de la Iglesia a todo aquel que no obedecía sus órdenes.
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